sábado, 18 de abril de 2009

En el tren

El libro hace que las estaciones queden más cerca. La gente está adormecida. Es entedible, porque aún es temprano, hace mucho frío, y hoy es Sábado. Unos ojos azules me miran y yo me siento muy incomoda. Próxima estación... Silencios y prisas. Miradas perdidas y manos agarradas a los tubos...Señor usuario, no olvide sus objetos personales... Otra vez los ojos azules del niño de 10 años, hacen que tenga que bajar mi corriente mirada café. Pero no importa, estoy sentada, no hay mucha gente y tengo mi arma secreta que hace que el viaje dure menos. Tengo un iPod con audífonos vizcos, entonces me siento relativamente bien...Nada que ver con ayer a las seisycuarentaycincopeeme, donde la gente se une para volverse ríos y avalanchas... En esos momentos tengo la ilusión de que nos volvimos una ciudad grande. Obviamente es una mera ilusión creada por los empujones, los gritos. Pero hoy no.. Hoy un viaje apacible en tren por una pequeña urbe escondida entre montañas. La gente miraba tranquila, nadie empujaba, nadie hijueputiaba, nadie corría...Porque la cultura metro a las diez de la mañana, se respira, se vive, como para que le tomen fotos para mostrar en Europa... Pero a las seis de la tarde, la tal cultura, se vuelve una total quimera..

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